“Estamos
obsesionados por acariciar el cielo, más al final,
siempre terminamos lamiendo las cicatrices del
infierno”.
César
Pérez Gellida.
Vacío del alma que lo inunda todo,
lugar habitado de sombras en el corazón,
ecos del silencio, esencia del tiempo,
que oscurece la claridad de la razón
haciendo la cicatriz, sensibles al recuerdo.
Heridas que tejen con ardor el sabor del dolor,
remate imperfecto, costurón de la memoria,
tatuaje perenne que infringe el golpe
aún cuando haya dejado de escocer.
Estrías profundas del corazón,
recordando los grandes sinsabores,
marca de espanto y horror,
martirio que puede vencerme
recordándome lo vulnerable que soy..
Tu y yo, igual que la vida misma,
cuan luz del alba hendida por la oscuridad,
una cicatriz diseñando la piel de tu rostro
y otra más honda, lacerando mi alma.
Con mano `precisa de cirujano,
eliminamos las más superficiales,
en tanto el paso silente del tiempo,
va bordando con fúnebre hilo,
las llagas profundas del alma doliente.
Nos desviamos del sendero,
más nos reconduce el destino,
colmados de heridas y cicatrices,
nos vamos desangrando por el camino.
1 comentario:
Tremenda, demoledora pero muy real. Quien lleva cicatrices en su alma, se reconoce en este poema. Su ejecución denota una belleza sublime y un tacto especialmente esmerado del autor.
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