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martes, noviembre 10, 2015

EL VALOR DE MI VERDAD


“De todas formas, la dignidad suele ser un lastre
    para habitar otros mundos y vivir otras realidades”

 

Noche lúgubre y cristalina de triste infierno candente, donde ni la mano amiga se muestra dispuesta a mitigar este incendio ingente. Las calles vomitan olor a alquitrán y el viandante esparce en el aire su aroma a revenida soledad. En el entorno fluye la materia, inmundicia y deseo contenido y contrariado.
El tránsito apacible de la noche indefensa, acaricia la mansedumbre que los años tatuaron sobre la piel. La frente arrugada, el semblante circunspecto y las manos tendidas y cansadas de esperar sin hallar, el abrazo esquivo y fingido del falso amigo sobrevalorado.

La agonía y el tormento devastador, penetran hasta el interior del tuétano, fulminando cualquier esperanza que pueda vislumbrar un prometedor futuro. Todos tan iguales y ¡yo tan diferente!, maltrecho, insano y provocador.
Las luces ámbar de neón, me mecen en la misma enfermiza sinrazón de cada noche, en la que, no buscando nada, siempre acabo perdiéndolo todo, a veces incluso, también la dignidad.

Al alba, el nuevo día, delata que de entre tanta mentira, algo queda de verdad, más la cabeza permanece rendida y aletargada bajo la maternal comodidad de la almohada, tratando de olvidar que sin pretenderlo, ayer noche he sido, lo que soy en realidad.
No tengo nada que mostrarte, ni tampoco que ocultar. Nada es lo que parece ser sobre el escenario de esta puta y fingida realidad. Cuando reúnas el suficiente valor para no sucumbir, mírame a los ojos y lee toda la verdad. No te asustes ni te inquietes porque la mía, puede ser tu misma verdad; al fin y al cabo, ambos llevamos en un mismo sobre lacrado, un enigma pendido del corazón.