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jueves, agosto 06, 2015

PASOS PERDIDOS


…”Quiero acallar mi mente atormentada

para que repose mi conciencia convulsa”…
Solo alguien con más de media vida vivida, puede seguir creyendo en el polvo de las mariposas. Si no es por convicción, que al menos sea por necesidad. A ciertas edades, uno necesita afanosamente creer en algo aunque ese algo, a menudo sea muy poco creíble.

En el aire, tras su estela, habían huido todos los pensamientos positivos y desde entonces, se había sentido tremendamente sola, abandonada y vacía. En su pecho anidaba un alma profundamente lacerada.

La idea del suicidio cobraba forma, meciendo y abrazando entre sus garras la nostalgia. Lo hiciera o no, un día alguien determinaría que había llegado el fin.

Este fue el último pensamiento que transitó raudo y veloz por su mente antes de lanzarse a las procelosas aguas de aquel mar embravecido que  estrellaba su vómito espumoso contra las rocas. El impacto brutal consiguió que perdiera la consciencia, ya no había marcha atrás.

Afortunadamente, como muchas otras veces, el colchón había amortiguado el golpe y al despertar del soporífero letargo, emergía y remontaba el vuelo. Amanecía en un horizonte partido en dos, más la idea permanecía indeleble, no así sus tan temibles consecuencias. Todo había podido ser y no fue.

Lo peor sobreviene cuando en la vida se hacen recurrentes las mismas pesadillas y con mayor frecuencia, nos sentimos predispuestos a soñar despiertos. Las ofuscaciones se apoderan de nuestra débil y frágil voluntad.

¿Qué ocurrirá cuando te atrape un sueño y no logres despertarte a tiempo?. Entonces del orbe, con la suavidad de una caricia profanada, se desplomaran mil tules negros para camuflar la sombra herida de tamaña indefensión.