Voz doliente que emerge en la madrugada,
clamando ante una puerta blindada,
lo que ignoramos entonces,
de que vale callarlo ahora?.
Viajamos sumidos en la eternidad,
huyendo de similar condena,
aún partiendo, permaneces muy hondo,
por más que me gritas, no respondo.
Quiero asir tu mano silente
y deslizarla suave hasta mi frente,
acariciarte siempre, eternamente,
sintiéndote al lado, aún hallándote
ausente.
Cabalga una pena, en tanto el amor se resiste,
intento reír, más por siempre estoy
triste.
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