En este mar de lágrimas,
lloro sin consuelo,
por los pobres de espíritu
y los ricos sin conciencia.
Lloro por el que lo tiene todo,
incluso el odio y el desprecio,
del prójimo que oprime
y del hermano al que exprime.
Lloro por la sin razón y la injusticia,
de quien sin serlo, se cree justo,
del zafio y ruin de corazón
que infravalora a sus semejantes.
Lloro por aquellos que en sus adversidades
no cosecharán la lágrima de un amigo,
por los que se le acartona el corazón
de tanto inutilizarlo.
Lloro por el que solo tiene lágrimas para sí mismo,
y no es capaz de mitigar las de su hermano,
por el que pierde su horizonte
allí donde empieza su propia frente.
Lloro de impotencia un mar de lágrimas,
por el asco que me produce semejante ruindad,
por quien con mano firme blande el látigo
que fustiga a mis amigos y hermanos.
Y al final de tanto llanto derramado,
cuando termine este absurdo juego,
doblaremos carcajada al ver como rey y peón
vuelven a reposar en una misma caja.
Preguntado el sabio con qué moneda pagará tamaña mezquindad, este respondió que con la que atesora en lo más hondo, de la parte oscura de su corazón, la falsa moneda de la traición.
4 comentarios:
Me sorprende que en un corazón tan noble, tambien pueda anidar la venganza. Tal vez esta sea la prueba de que todos somos humanos y que de un mismo corazón puedan manar sentimientos nobles y tambien terroríficas pasiones.
El que lo afirma, estoy seguro, sabe por que lo suscribe.
Tenerlo todo y a la vez inspirar odio y desprecio, es como no tener nada.
Lo material solo tiene valor en exceso para los pobres de espíritu.
Yo diría más, mejor no tener nada en la vida, antes que acumular el odio y el desprecio de tus semejantes.
Tener y saber compartir, es un don que la vida otorga a muy pocos seres, los elegidos, los únicos, los irrepetibles, los mejores.
Sorprendes una vez más, como siempre. Tan natural y humano al mismo tiempo
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