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lunes, agosto 03, 2009

LA PERICIA DEL AUTÓMATA



Al fondo y enfrente, desde el cálido y confortable interior, una explanada inmensa, vacía y desierta, poblaba todo lo que mis ojos eran capaces de divisar, a parte de lo que divisaba el alma. El desencanto se reflejaba por igual en nuestros iris y a pesar de ello lo intentamos con apremio y valor, a fin de negar una vez más las evidencias. Ahora poco importan los resultados que hayamos obtenido.
Atrás se han quedado todos los mensajes de ida y vuelta que con esmero consiguieran recrear un mundo mágico e irreal que luego contemplamos como se derrumbaba estrepitosamente a nuestros pies.
Tú dijiste más bien poco y yo no dije nada, el silencio nos delató, denotando que todo el empeño había sido inútil. Cada uno ojeaba el exterior desde la ventanilla lateral pero ninguno fue capáz de mirar a través del parabrisas. El desencanto se vistió de timidez.
Por mi parte y más bien por precaución y consideración a quien tenía delante, me exigí sellar los labios para no herir, demasiadas cicatrices y condecoraciones de guerra acumula mi cuerpo como para ser yo quien lesione sin compasión a mi propia alma gemela.
La penumbra camufló su verdad o su mentira, tampoco me sentí con fuerzas ni con ánimos para averiguar si lo que había escuchado era ciertamente lo que había ocurrido, lo dudo ciertamente, pero jamás podré ni afirmar ni desmentir. El cansancio me venció en el postrero intento.
Puedo apostar contigo a que lo mío fue tan real y duro como la vida misma, a menudo soy un autómata programado para el deleite sin límites que libera y redime al mismo tiempo, abandonándome a la veneración de mi propio ego.
No fué astucia ni tampoco engaño, fué tan de verdad como tuviste la oportunidad de comprobar. Luego, creo recordar, que nadie te prometió la exclusividad, fuiste un eslabón más en mi cadena que se prolonga hacia la infinidad sin decidirse a sellar el circuíto. No fuiste diferente si no igual, el mismo trato cordial, crudo y encantador, pero jamás indiferente. La frialdad es fruto de esta brutal sinceridad en el trato, al fin y al cabo no somos tan diferentes, ni tampoco tan especiales, somos un subproducto más de esta sociedad carente de valores morales y saturada de valores materiales a los que gustosamente nos encadenamos.
Con la resaca llegó nuevamente la decepción y me di cuenta que tu imagen estaba repetida en el albúm de la historia de mi vida, tú podías haber sido la sombra de aquellos negativos abandonados a la intemperie, no se buscan ni se rescatan porque no se quiere y aún queriendo, sería imposible porque ya no están en donde debieran estar.
Es posible que nos alejáramos definitivamente pero ambos sabemos que siempre nos quedará un trozo de cable de fibra óptica como el último y más amargo de los recursos para añorar todo lo que podría haber sido y no fué.

1 comentario:

ERIKA MALDONADO dijo...

Ejemplo claro de un neoromanticismo existencialista común a la mayor parte de los posts de este blog.
El autor bebe del realismo mágico de la actual novela centroeuropea.
Me apasionan sus enfoques y resoluciones.