“Ya
no me pertenecen tus labios
y
a pesar de ello, continúo sintiendo
el
fuego abrasador de tus besos”.
En el quicio de la puerta, recibí
un cálido abrazo y vi sus ojos azules, tornarse a gris perlado. Sabía que era
la última vez que enfrentaría mi mirada y yo a la par, intuí que bien podría
serlo. Mientras mis pasos me alejaban de tu vida, a tus pies, se desplomaban
todas las estrellas del firmamento. El ocaso perdió su encanto y la noche, su
brillo.
Al día siguiente, habían enmudecido
los jilgueros y los magos me obsequiaron con un alba tan gélida, cuan triste.
El castillo de naipes, se desvaneció a mis pies. Todo había terminado, ¡absolutamente
todo!.
La desesperación hizo mella, se
instaló en mi vida y ésta me estrechó condescendientemente entre sus brazos. Ya
no la tendría más conmigo ni jamás a mi vera porque el daño había sido
irreparable, al menos, así me lo hizo saber.
Puse sentimientos a raudales,
demasiado corazón pero mis nobles intenciones se estrellaron una y otra vez
contra el muro del tiempo. No hubo respuesta satisfactoria, tampoco ningún otro
tipo de respuesta.
Ni en primavera ni en verano, logré
ahuyentar de mi, aquella gélida sensación de una mañana de reyes. Ahora que
cabalga en el horizonte el invierno, el frío y la soledad, regresan con más
fuerza y me golpean en el alma, allí donde las cicatrices permanecen, sin hallar
bálsamo que pueda aliviarlas.
Mis mensajes se pierden en la nada,
no encuentran el canal adecuado para traspasar las barreras que tu mente
interpone en su camino.
Sé que intentas disfrazar tu vida
de mil formas y colores y a pesar de ello, compartes sin quererlo, el frío y
las cicatrices de mi misma soledad. Tu alma está tan lacerada como la mía
porque ambas son, ¡almas gemelas!.
Nos hemos condenado al ostracismo,
a sabiendas que mañana, nos flagelaremos añorando el tiempo perdido porque
cualquier tiempo pasado habría sido mejor, a poco que lo hubiéramos disfrutado.
Lo que se rompió alguna vez, jamás
recuperará su estado original y a pesar de ello, lo queramos o no, siempre
seremos el resultado de todo lo que hemos vivido.
4 comentarios:
Es doloroso el adios de un amor pero debes pensar que todo lo que llega pasa porque nada permanece.
Cunado se cierra una puerta, se abre una ventana. En el camino de ida tambien existe uno de vuelta.
Abre tu corazón e inúndalo con la brisa refrescante de ese nuevo amor que está a punto de llegar.
un pouco triste, pero moi bnonito.
Después de leer tu blog, soy capaz de adivinar de donde proviene ese alma tuya atormentada. Te tomas la vida demasiado en serio y ello no es bueno. Debes ser mas superficial y reírte de la vida, engañarla, burlarla, etc...
No sufras inútilmente, ¡VIVE!.
SENCILLAMENTE HERMOSO. ¡QUE GENIALIDAD!
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