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sábado, abril 19, 2014

VIDA Y TIEMPO

“La vida es una vela que la va apagando el tiempo”
 
 

FRANCISCO BLANCO
En el iris cristalino de mis ojos, se refleja una nube gris. En ella se esconde tu nombre y con ella, un mar de lágrimas, arrasa y nubla nuestra existencia.
El tiempo se evade y lo borra todo pero no así tu persona ni los recuerdos que con ternura y cariño depositó en el corazón de quien amó y a quien igualmente, amamos sin mesura. Su imagen permanece nítida y fijada a la retina de mis ojos, sus hechos cual sentencias sabias, retumban en mi mente.
Un ejemplo de vida y referente de ser humano, se esfuma silenciosamente por el quicio de una puerta entreabierta, en tanto en el aire, una ausencia llora su partida. Ahora has comenzado a dolerme terriblemente en el alma, en ese íntimo lugar donde reposan los más nobles sentimientos del ser humano.
Sus palabras se ahogaron para siempre y no volveré a escuchar el eco de su voz pausada. Todo se ha vuelto una tensa calma, observando su cuerpo yacente. Ojalá nada fuera lo que parece.
El tiempo me lo va robando todo, lo voy perdiendo todo en el camino y me siento, si cabe, más solo todavía de lo que en realidad estoy.
La muerte es el peor de los verdugos, el más indolente pero igualmente forma parte de la vida. Ésta, es cuestión de tiempo y cada día, en el intento por sobrevivir, nos morimos un poco más. Cuando nos observamos en el espejo, ya solo vemos la sombra de lo que un día fuimos.
Que difícil me resultará, de hoy en adelante, sacarme de la mente aquello que no puedo arrancarme del corazón. Su imagen, su nombre, FRANCISCO, mi segundo padre y el hermano que nunca tuve.
En tanto seamos capaces de alimentar su recuerdo, no se habrá ido del todo, su existencia no habrá sido en vano porque su legado humano nos impregna a todos los que le conocimos, amamos y respetamos.
D.E.P.

lunes, abril 14, 2014

¡AY DE MI CORAZÓN!


 
 
…”La nieve cruel de los años,
mi cuerpo enfría”…
 
Ay de mi corazón vago
que se niega a latir en  el pecho,
ay de la vida que se esfuma
cual noche amarga de despecho.
Ay de mi corazón sospechoso
que no obedece a su dueño,
transitando libre y perezoso
por el sendero de un mal sueño.
Cual mecánica errada
de mil piezas desengranadas,
retumba en mi cabeza helada
las sentencias pronunciadas.
Ay galeno, sabio amigo
que cercenas mi existencia,
con verdades o mentiras
sin piedad ni benevolencia.
Ay  corazón indomable
quien te dio a ti  permiso,
para hipotecar mi vida
y desterrarme así de este paraíso.
Cruz clavada en mi pecho
llanto de horas negras en mi lecho,
cantos de ultratumba
arrastrándome hacia el techo.
Voy penando sin sosiego
por este corazón ciego
que se niega a latir
para permitirme vivir.