“La vida es una vela que la va
apagando el tiempo”
FRANCISCO BLANCO
En
el iris cristalino de mis ojos, se refleja una nube gris. En ella se esconde tu
nombre y con ella, un mar de lágrimas, arrasa y nubla nuestra existencia.
El
tiempo se evade y lo borra todo pero no así tu persona ni los recuerdos que con
ternura y cariño depositó en el corazón de quien amó y a quien igualmente,
amamos sin mesura. Su imagen permanece nítida y fijada a la retina de mis ojos,
sus hechos cual sentencias sabias, retumban en mi mente.
Un
ejemplo de vida y referente de ser humano, se esfuma silenciosamente por el
quicio de una puerta entreabierta, en tanto en el aire, una ausencia llora su
partida. Ahora has comenzado a dolerme terriblemente en el alma, en ese íntimo
lugar donde reposan los más nobles sentimientos del ser humano.
Sus
palabras se ahogaron para siempre y no volveré a escuchar el eco de su voz pausada.
Todo se ha vuelto una tensa calma, observando su cuerpo yacente. Ojalá nada
fuera lo que parece.
El
tiempo me lo va robando todo, lo voy perdiendo todo en el camino y me siento,
si cabe, más solo todavía de lo que en realidad estoy.
La
muerte es el peor de los verdugos, el más indolente pero igualmente forma parte
de la vida. Ésta, es cuestión de tiempo y cada día, en el intento por
sobrevivir, nos morimos un poco más. Cuando nos observamos en el espejo, ya
solo vemos la sombra de lo que un día fuimos.
Que
difícil me resultará, de hoy en adelante, sacarme de la mente aquello que no
puedo arrancarme del corazón. Su imagen, su nombre, FRANCISCO, mi segundo padre
y el hermano que nunca tuve.
En
tanto seamos capaces de alimentar su recuerdo, no se habrá ido del todo, su
existencia no habrá sido en vano porque su legado humano nos impregna a todos
los que le conocimos, amamos y respetamos.
D.E.P.