Cuando me enfrento a un bolígrafo y a una cuartilla en blanco, surge la
irrefrenable necesidad de escribir. Ésta brota de lo más hondo de la penuria de
mi alma, de un hambre y frío interno que solo se sacia cuando consigo
garabatear las primeras líneas.
El hecho creativo a través de la palabra, nace de la miseria y el dolor
inconfesable que producen los secretos que me llevaré a la tumba. Mi magia
creativa consiste precisamente en insinuarlos sin mostrarlos jamás, no
permitiendo que la desnudez de mi alma llegue a convertirse en pornografía de
mis emociones.
Cuando se esfuma la magia, retorno a la cruda realidad. Esto sucede de
igual forma que aflora el dolor intenso cuando se me rompe un sueño.
Siento que te pierdo en el espacio y en el tiempo, cuando estiro mi mano
y por más que lo haga, no encuentro la tuya, cuando tu voz me hiere y ya no
acaricia como antaño mi alma, cuando lo que, se interpone entre ambos, es un
vacío inmenso e infinito que imposibilita el reconocernos. Eras magia, por
tanto, ilusión, quimera que de igual forma que llegó, se fue.
Aún cuando el/la que más pierda seas tú, a menudo perdemos todos porque
la vida, se juega en equipo.