“Hay personas por las que vale la pena luchar y cambiar de vida”.
Hay personas que en el ocaso de la vida, llenan
tu existencia. Seres humanos únicos e irrepetibles que sin necesidad de haber
sido amigos o amantes, fueron creados para ser nuestro perfecto complemento. La
felicidad puede estar a la vuelta de la esquina y sin embargo, no ser capaces
de darle cobijo, hasta que un día, el caprichoso azar hace que caigas en la
cuenta y te rindas al encanto de esos seres maravillosos que hacen que tu
existencia sea un poco menos complicada y más llevadera.
Eres la pieza que el destino troqueló para
completar mi puzle. Darme cuenta y enamorarme fue un proceso al unísono. Si no
hubieras existido, yo tendría que haberte inventado para darle sentido a mi
vida y fantasear con tu existencia.
Nada más verte, noté un cúmulo de sensaciones
extrañas dentro de mí. Pudimos volver sobre nuestros pasos vencidos pero lo
cierto es que no lo hicimos, tal vez porque intuíamos que el tren de la vida no
se detiene dos veces en la misma estación, porque todo se evade y nada
permanece para siempre.
Al poco tiempo, supe que te quería sin mesura,
cuando comenzaste a dolerme en el alma, cuando mi mente abandonó a mi yo para centrarse
enteramente en ti.
Desde entonces, cada día tengo un nuevo motivo
para sonreírle a la vida, para levantarme de cama, aún cuando las sábanas me
aprisionen como losas de granito y más cuando tu cuerpo yace en lecho extraño a
kilómetros del mío. Detrás de ti, dejas una estela de amor y vida, de cariño y
ternura que embriagan todo mi ser. Amo tus pasos y el aroma que tu cuerpo desprende
cuando se funde con el mío, te acepto tal cual, sin condiciones, haciendo míos
cada uno de tus defectos y convirtiéndolos en virtudes salvíficas.
Has tocado mi corazón con las yemas de tus dedos,
vinculando tu destino a mi esperanza, forjando nuevos sueños, consiguiendo que
las locuras de amor disfruten de una nueva dimensión. Con tu llegada, me
rescataste del tedio y la inmundicia, poniendo orden en mi vida y en mis
afectos.
Tu mera presencia, disipa todas mis
preocupaciones, aún en la distancia, saberte a mi lado me hace sentir un ser
excepcional capaz de prodigar esa parte de afecto que desconocías y que el
tiempo se había encargado de negarte.
La llama de la vida, lejos de consumirse, arde
hoy en nuestros corazones con más intensidad, somos almas gemelas asidas a una
misma tabla de salvación, un proyecto común a la conquista de un nuevo tiempo y
espacio en el que podamos sentirnos plena y gratamente realizados. Gracias por
elegirme y por acariciar mi alma con tu mirada limpia y cristalina.