“No tienes que darme cuentas
porque yo no te las he pedido,
quien va por el mundo a tientas,
lleva los rumbos perdidos”
Miguel Poveda.
Cuando tu ausencia silencie para siempre mi
voz,
continuaré hablándote con el vibrar de las
cuerdas de mi corazón
para decirte que eres la medida exacta de mi
tiempo más feliz.
Tengo un mundo eternamente enjaulado en mi
cabeza
Y tu mil razones convincentes en la tuya para
irte,
siendo yo la única verdadera para que te
quedes.
Y si para entonces decides marcharte,
me sentiré eternamente agradecido y dichoso
al saber que me has amado igual que lo he
hecho yo.
Entonces la soledad, será una muerte agónica
y lenta
que me horade y consuma por dentro,
ya que, olvidarte no podré si aún te amo
todavía.
Cuando al paso observe tu fotografía,
conseguirás en un fugaz segundo detener el
tiempo,
y solo con mi alma herida, intuiré el goce de
tu pasión.
¡Amor!, seguirás latente, a mi pesar y sin
querer
porque continuarás siendo la infinita
alegría,
sembrada en lo más hondo de mi corazón.