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miércoles, julio 03, 2013

HABITO


 
 
 
Una oscuridad aterradora, caía como un manto, cubriendo la ciudad.
Negra esclavitud portabas ya en los diminutos brazos cariñosos. Un cuerpo ahuecado y bien delimitado, enturbiaba una mirada lasciva, colmada de ilusión, tu corazón herido, lloraba aquí en mi hombro, la desolación que yacía en aquel marco plateado de la alcoba, en un rincón. La pintora de sensibilidades muertas, al desangrarse de una herida, se me estaba muriendo, cuando apenas yo, había cobijado su tristeza ya muy dentro de mi corazón.
Nadie adula su pasado cuando acaba de esfumarse, cuando vuelve la cabeza y se encuentra con un cerrado portón.
Las pasiones son mundanas, tan inquietas cuan efímeras, no marcan ni de lejos el compás de una aireada realidad.
Olor de espliego fresco en tu mirada, vagaba prendido de las hermosas alas lacónicas del viento, cuando al vuelo de un cerrado puño lo he cogido y conmigo lo mantengo. Llegaste a abrasarme el alma para luego ir quemando mi cuerpo, te he sentido muy adentro, cuando en la noche cabalgaba un desengaño a la par de una triste desolación.
¿Qué hay de cierto en tu mirada?, ¿qué ven tus ojos cuando permanecen cerrados?, ¿Cómo te habla el corazón, cuando callan tus labios?.
Si la magia de la luz no me devolviera espectros, el plateado espejo me hablaría y sabría, ¡amor!, quien eres tú, si la luna allá en lo alto me sonriera y al pasar el eco de una voz me saludara, sabría, ¡amor!, como me ves reflejado en el iris cristalino de tus pupilas.
Si de mi voluntad dependiera, nunca más me sintiera yo enamorado, nunca trates de cambiarme por una falsa ficción. No tengo posición, ni la mínima intención, soy diferente, he templado mi corazón con años de experiencia y adecuación, a lo sumo, ámame y déjame volar con el aire de la pena ahogada que produce una ajada incomprensión.