Yo soy un eslabón más de la cadena de la creación, un perfecto ser imperfecto puesto en este mundo para cumplir con su misión. A cambio, me han otorgado el cariño y el respeto de mi gente, mi familia y mis amigos y por añadidura, me han dado salud, un trabajo y un techo donde cobijarme y al que regresar cuando el firmamento se parte en dos.
Me han dicho que soy libre y que debo aspirar a ser feliz. No obstante, me advirtieron que la felicidad no es un estadio permanente, ésta está construida a partir de pequeños momentos, instantes fugaces y efímeros. Esos momentos e instantes, también los viví.
Mi misión, consiste en desarrollar plenamente mi capacidad de vocación y servicio innata, para con aquellos que sufren o puedan necesitarme en un momento puntual de sus vidas para salvar un bache existencial o moral. No podría aspirar a ser feliz si para ello tuviera que renunciar a mi vocación de servicio al prójimo.
Jamás seré un ser egoísta porque hasta la fecha, nunca lo he sido. Es posible que aunque quisiera y me empeñara, ya no haya suficiente tiempo para cambiar.
Soy consciente que con mi vocación, no consigo ni conseguiré arreglar el mundo, tampoco eliminar el sufrimiento humano. Me conformo con saber que a veces por espacio de un par de horas, soy capaz de esbozarle una sonrisa a alguien o de evadirle momentáneamente de su cruel realidad cotidiana. Para mí que conozco el sufrimiento, un par de horas menos en una vida es todo un logro y si durante todo un año el ahorro se incrementa en una o dos semanas menos de angustia, es todo un triunfo.
No acepto fraseología para la galería, ni filosofías de manual dirigidas. Mi filosofía es mi vida, mis actos, mis decisiones, mis aciertos y mis errores, mis logros y mis fracasos.
Nadie ha afirmado que con una mano pueda tapar el sol pero de igual forma te digo, que mi mano puede cobijar y proporcionar sombra, evitando que muchos corazones se agosten y perezcan por una sobredosis de radiaciones.
A pesar de todo y de las circunstancias, intuyo que somos seres similares pero lo que nos diferencia es el órgano con que apreciamos la vida. Los ojos de la cara engañan, solo los del corazón nos proporcionan la verdadera dimensión de las cosas y las personas pero lo cierto es que existen tantos corazones ciegos que lo único que hacen es que cada vez abunden más los seres humanos con velocidad dual. Mientras los unos vuelan, los demás reptan.
Ejercita y despeja tu mirada interior, observa detenidamente lo que te circunda con la perspectiva que parta de tu corazón. No te atrevas a juzgar gratuitamente y a la ligera porque luego serán implacables contigo, se condescendiente y aprende a observar todas las aristas del poliedro, a intentar comprender, aunque no necesariamente esto implique compartir.
El orgullo, la arrogancia y la prepotencia, acabarán pasándote factura y luego pagarás el alto precio de la soledad y el abandono emocional.
La vida es como una gran bola de nieve que rueda vertiginosamente por la pendiente. Puede que a tu edad todavía estés a tiempo y en condiciones de ralentizar esa inmensa bola.
No olvides que el tren de la vida, no se detiene dos veces en la misma estación, o te subes en el instante preciso o te quedarás para siempre en el andén, esperando inútilmente.