Ayer fui yo quien se enfundó tu denostada piel,
una piel maltrecha y curtida en lágrimas,
ayer fui yo, quien anheló darte el abrazo negado,
Sin necesidad de que renunciaras a tu reino amado.
Ayer fui yo, quien con unas lágrimas ajenas,
tejí mi propio llanto, rompiendo en mil pedazos el futuro,
ayer tus lágrimas, golpearon mis ausencias,
haciéndome ahogar lentamente en un mar sin fin de recuerdos.
Ayer fui yo, luego fuiste tu,
mañana serán otros, los que se queden tan llenos de vacío,
colmando su universo de preguntas inconclusas,
que van ahuecando las entrañas y acartonando el alma.
Entonces con el devenir, se va forjando la coraza,
cual la marea con su embate, modela el mascarón de proa,
el que permite asirnos a sus férreas fauces,
para afrontar una despedida sin palabras.
Ayer fui yo, todavía sigo siéndolo,
al amparo de tu alma, arañando los recuerdos,
ayer, hoy, mañana, siempre,
tu piel cicatrizando heridas, con un nuevo soplo de aire fresco.
Dedicado a J.L.B.M.