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lunes, marzo 18, 2013

DESVALIDO CORAZÓN.....


 
".....AMARAS A QUIEN NO TE AMA,
POR NO HABER AMADO A QUIEN TE AMÓ....."
 
 
Desvalido mi corazón anhela refugio,

laceradas mis alas claman perdón.

Crucé todos los límites, gané las batallas más cruentas

y me hundí  en lo más profundo de la razón,

de lo recóndito de mi ser arrojé lo mustio y sombrío

y en las encrucijadas de mil caminos, forjé mi silencio,

aquel que les canto y cuento.

Se desangra mi alma desfallecida de dolor

y mis alas al cobijarla, han perdido su denostado vuelo,

me desplomo sin tiempo ni espacio,

me derrumbo entre destellos de ambición.

De mis ojos brotan lágrimas que salpican mis mejillas,

y mis pies son desgarrados cruzando el camino

que entre zarzas y espinas se abrió.

Quisiera que mis ojos se cegaran en este instante

y perder la esperanza a la par de la razón

para no advertir el desprecio de tu ignorante arrogancia.

Al alba abrir la ventana de un nuevo amanecer

y admirar la frondosidad de los árboles maquillados por el sol,

observar como los niños juegan pero los viejos no,

pasé caminando entre todos ellos pero nadie me vio.

Más con todo y a pesar de ello, pido perdón,

por no saber luchar contra este desvalido corazón,

el que hipoteca mi vida y a la par traiciona la razón,

quien encadena mis sueños y desata la pasión.


 

miércoles, marzo 13, 2013

¿TAN SOLO...UN SUEÑO?

…”Cuando un amigo irrumpe en mi sueño,                                                    
a no ser para darme una mala noticia,
siempre es un motivo de satisfacción.
De lo contrario, en muy poca estima tendría a mi amigo,
si soy capaz de interponer mi descanso a su preciada amistad.
Para descansar, tendré una eternidad, no así,
para fomentar y estimular nuestra amistad.
Quien no valora una amistad es porque ha sido y será,
un huérfano emocional”…





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El invierno se acomodaba con crudeza despiadada en medio de la naturaleza circundante. En mi casa y en mi vida, de igual forma, se había instalado con anterioridad. Desde entonces, había dejado de esperar ansiado el cambio de estación. El calendario era monótono y rutinario.



En el exterior bramaban los árboles y llovía torrencialmente, en tanto en nuestro lecho nos arrullaba la ternura y la pasión que manaba de nuestros cuerpos. Al fondo de la estancia, se escuchaba el sonido crepitante del viejo sarmiento que se consumía irremediablemente en medio de las brasas turgentes de la chimenea. Fuera arreciaba por momentos el temporal.



Entre tus brazos, sentí el vértigo que produce el miedo, al pensar que no vería el amanecer de un nuevo día. Temí que la crecida del río, nos impidiera salir con vida de esas cuatro paredes. Tu seguridad y convicción me proporcionaban las fuerzas que por instantes me flaqueaban. Estrechado entre tus brazos me sentí querido y experimenté una inmensa ternura. Luego con el paso del tiempo no fue tal.



Mi cuerpo desnudo e inerte, fundido con el tuyo, sintió las caricias que proporcionaban el rozar suave de tus sábanas térmicas sobre mi piel. Con esa placentera sensación, no pude por menos de azuzar los recuerdos de lo mucho vivido en tan poco tiempo. Mi cuerpo se reveló, gritando en deseo, quise ser amado con urgencia más no encontré respuesta alguna. Temí por tu vida y porque ya ésta, también formaba parte de la mía.



Las llamas habían destruido la casa por completo y en medio de los escombros, estaba yo, clamando a voz en grito tu nombre que repetí una y mil veces hasta que me abandonaron las fuerzas. Tú ya no estabas, te habías esfumado de mi lado.



Un par de niños correteaban entre los escombros todavía humeantes, ajenos al dolor que me embargaba. Éstos cargaban en sendas carretillas los pocos enseres que se habían salvado del devastador incendio, entre ellos, alguno de mis recuerdos que con tanto cariño e ilusión había adquirido para agasajarte. Baratijas para alimentar el amor que sentía por ti. Los sentimientos no tienen precio, ni mucho ni poco, lo justo.



En tanto el alba rayaba por la ventana, sudoroso, excitado y fatigado me desperté. ¿Era tan sólo un sueño?. Tal vez no fuera así y el subconsciente se limitara a escenificar el naufragio de nuestro corto amor.



A menudo en mi vida, amanece demasiado temprano, más de lo que yo hubiera deseado. El telón se levanta a destiempo y sin pretenderlo.



La premura me instó a contactar contigo, más no hallé respuesta convincente. Alguien que no quise reconocer, al menos no era la persona que amé, contestó: Duerme. Necesitaba igualmente escuchar de tus labios que tenía al menos tu amistad pero igualmente me quedé con las ganas.



Al menos el par de adolescentes que me rodeaba, salvaron algunos recuerdos del incendio, cuando a mi por desgracia me impidieron salvar la mínima muestra de nuestro naufragio. Lo único palpable y tangible, lo constituye una fotografía de alguien desnudo, posando en el mismo lugar que con anterioridad lo hiciera yo, paradójico pero tan real como la vida misma y este no es un sueño, no. Las sábanas aún estaban calientes.



Es la vida misma que sale al encuentro y te sorprende, mostrándote como a algunas personas les resulta tan sumamente fácil cerrar puertas a los sentimientos y abrir ventanas a las aventuras.



Me di la vuelta en mi lecho solitario pero el despertador maltrató un día más mi conciencia y me recordó mi deber. Obedecí a los designios del tiempo, a pesar de que por entero, mi tiempo desde entonces lo marcas y gestionas tú.